La fotografía

La fotografía nace gracias a la unión de dos inventos: el material fotosensible (sensible a la luz, que permite fijar imágenes en una superficie, gracias al nitrato de plata, cuando esta emulsión recibe luz) y la cámara oscura, una caja cerrada y un pequeño agujero por el que entra una mínima cantidad de luz que proyecta en la pared opuesta la imagen del exterior, que se utilizaba inicialmente para dibujar.

En el cuerpo de la cámara (la caja oscura de nuestras cámaras) está el obturador. Es el dispositivo que regula el tiempo que entra luz dentro de la cámara. Es como una persiana que se levanta y se cierra rápidamente. Las cámaras réflex nos dejan controlar el tiempo que permanece abierto el obturador.

En el objetivo de la cámara están situadas las lentes que darán mayor calidad a las imágenes que tomemos.

El dispositivo principal que hay en el objetivo de la cámara es el diafragma. Es un agujero que según lo abierto o cerrado que esté permitirá el paso de mayor o menor cantidad de luz.

El diafragma nos permite enfocar sólo una parte o la totalidad de la imagen, según la apertura que se le dé. Esto se llama profundidad de campo. Si el diafragma está muy cerrado entrará poca cantidad de luz y a la vez saldrá enfocada toda la fotografía, pero si está muy abierto, entrará mucha luz y sólo aparecerá enfocada una parte.

Las películas de los carretes que se usan en la fotografía analógica están compuestos por un material fotosensible (sensible a la luz) recubierta de una emulsión de cristales de haluro de plata.

La sensibilidad de la película depende del tamaño de los cristales: cuanto más grandes sean, más rápido reaccionan al contacto con la luz, pero las fotografías que se tomen tendrán un aspecto granuloso, produciéndose pérdida de nitidez y de contraste.

En la fotografía digital es el sensor el que funciona como la película y también tiene diferentes sensibilidades de ISO que dan ventajas y problemas similares a los de la analógica, produciendo lo que se conoce como ruido.